viernes, 10 de febrero de 2012

Puntoycoma.

— ¿Y qué hacemos aquí mirándonos como dos tontos? — Simplemente me gustan tus ojos. ¿Quieres que mire hacia otro lado? — No, al contrario. Mírame más de cerca. Rozaron sus narices, que estaban heladas por el viento que aullaba a lo lejos. Sonrieron. Eran felices. — Así están incluso más bonitos. Me quedaría una eternidad observándolos. — ¿Y no me besarías? — Solo un beso de esquimal. Jugaron con sus narices, rieron, se divirtieron. Fueron esquimales por un momento. Y poco a poco, y los dos cómplices de ese duelo, pasaron a jugar con sus bocas, con sus besos, con el viento de fondo, con el amor que en ese momento no querían ni podían ocultar.

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