sábado, 14 de abril de 2012

Me encuentro debajo de mi cama. Asustada. Como siempre. De pequeña me contaban que debajo de mi cama podían haber monstruos feos y malos. Esas historias siempre conseguían asustarme y cuando me iba a dormir siempre miraba debajo de mi cama para ver si había un par de ojos y una boca que me quisieran comer. Nunca los hubo. Respiraba aliviada y me metía en la cama. Y así todas las noches. Que ilusa era. Con el paso del tiempo, he descubierto que los peores monstruos no se esconden debajo de las camas ni dentro de los armarios. No, están al descubierto. Siempre he estado engañada. A ellos no les hace falta esconderse, son valientes y crueles, viven entre nosotros. Historias urbanas. Puedes ir andando por la calle y mirar a la derecha, y observar a esa chica, que siempre camina a tu lado, te escucha y te comprende, pero lo que no sabes... es que a lo mejor, esa a la que llamas 'mi mejor amiga' es una de ellos. Monstruos. Se hacen tus amigos, te hacen creer que eres parte de algo especial y después rompen tus ilusiones y escupen en tus sentimientos. Clavándote un puñal por la espalda, desprevenida. Una sola palabra: traidores. Y como he dicho al principio, ahora estoy escondida donde todo el mundo dice que habitan los monstruos, pero en realidad, es el único sitio donde una puede estar a salvo de ellos. Me escondo del mundo. Y de los seres que viven en el. Al final, tenían razón, siempre que alguien tenga la oportunidad de hacerte daño, lo hará, no lo dudes. Todos estamos enmascarados. Todos somos crueles. En esta vida todo son monstruos disfrazados.

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