jueves, 9 de agosto de 2012

No me tomo nada en serio. No me gustan las personas que no hablan, ni las que hablan demasiado de ellos mismos. Tampoco las que se dedica a hablar mal de los demás las 24 horas diarias. No me gustan las cosas fáciles, me van más las difíciles. Podría pasar el día escuchando la voz de alguien muy especial. Hablo demasiado, quizás por eso odio tanto los silencios. Sin duda mi forma favorita de viajar es el asiento delantero de un coche cantando con la ventanilla bajada. Hago cosas sin pensar. De esas de las que luego la gente se suele arrepentir. Pero yo nunca lo hago, arrepentirse me parece de idiotas. No quiero nada que tenga que ver con la tristeza ni con los malos recuerdos. Estoy rodeada de gente que quiero. A veces puedo ser borde, callada o incluso pecar de antipática..Pero simplemente es que me da igual. No me gusta que me digan siempre cosas buenas. No es que desconfíe de todo el mundo, es sólo que de primeras no me fío de nadie. Soy fan de la ironía. El hecho de decir algo y que cada uno pueda interpretar una cosa que me parece bestial. Casi tanto como saber reírse de uno mismo. Soy muy independiente y necesito mi espacio vital.

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