jueves, 12 de enero de 2012

-Yo te prometo un para siempre, ¿tú me lo prometes? -Eso es demasiado tiempo, todo se puede torcer y podemos acabar odiándonos. -Bueno, aunque te odie, si me necesitas iré. -No lo creo; si me odias no me querrás ver. -Entonces cierro los ojos. -No me querrás oír. -Entonces no te dejare hablar. -¿Entonces? -Te abrazaré y te diré: ¿Te acuerdas de aquella tarde que te prometí un para siempre? Lo decía enserio.

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